Inicio el nuevo año 2009, con la idea de haber finalizado las fiestas, y ya de regreso en Pekín me doy cuenta que aquí todo el mundo está más que emocionado por la llegada de su nuevo año, el año del buey o 牛年 (niunian). Aquí todo comienza, las fiestas de diciembre no fueron importantes, ni siquiera tuvieron vacaciones. En enero (yiyue 一月)todos se cubre de adornos (bueyes, pescados, cajitas de dinero, todo dorado o rojo), y la gente prepara la salida a su pueblo de origen o espera las continuas comilonas y fiestas de esos días tanto en su casa como en la de los amigos, familiares y hasta en los templos; sobres rojos con dineros, arboles de mandarinas (inventados) y la idea de que ya el invierno se acabó y comienza la primavera (aún cuando habrá otros dos meses de frio casi extremo).
Mi maestro núnca ha sido una persona muy emotiva, nunca ha demostrado pasión o emoción, las celebraciones de los años anteriores las ha pasado trabajando hasta donde se puede, pero es inevitable que se tome un descanso al menos en los cuatro días de descanso obligatorio que ofrece el gobierno a todos los chinos, días muertos a excepción de que seas chino, claro, o tengas muchos amigos (de mucha confianza) chinos que quieran festejar contigo.
Aún no tengo claro qué regalaré a mis amistades chinas, el año pasado regalé un tradicional pastel de pescado (en forma de pescado) y algunos saquitos con monedas doradas (creo eran dulces). Ahora tengo que escoger entre una variedad muy grande de productos y precios altísimos.
Así las cosas reiniciamos nuestro entrenamiento de Taijiquan, con un frio de -10 grados centígrados, en un parque cercano a la casa. Y en ese retomar noté algo interesante. Podía controlar de mejor manera mi respiración y el calor que provocaba dentro de mí. El punto de referencia de la temperatura, tan brutal, era la sensación de calor a partir del frío, simple; eso me hacía percibir cada cambio de temperatura en mí y, como la entrada y salida de aire era también una salida y entrada visual (el vapor se ve muy bien cuando hace intenso frío) la situación era bastante detectable; tenía además la necesidad de que tanto mis dedos de las manos como de los pies adquirieran calor lo más pronto posible, así que estaba concentrado en todo ello además del movimiento de cada forma.
Esta mecánica que experimenté gracias al frío me llevó a una especie de relajación poco antes experimentada mientras practicaba las formas básicas. Fue una de las pocas veces que aunque mi atención estaba dirigida a seguir al maestro una gran parte estaba dirigida también a mi interior y a esos puntos críticos: la respiración (entrada y salida del aire) y el movimiento que finaliza en los dedos de las manos y en los dedos de los pies. Podría decir, porque conozco la experiencia sin movimiento, que estaba meditando mientras practicaba.
Uso guantes y me tapo hasta las orejas (literalmente) pero el calor provocado me hizo sentir un tanto orgulloso. El maestro trabaja sin guantes y ésta ocasión sus manos no estaban tan calientes como otros días, pero las mías que estaban frías aún con guantes al princpio de la sesión estaban con un agradable calor al final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario